DESDE LEJOS...
Hoy te observe desde lejos, escondida en mis temores y mi pena.
No me miraste y sonreías como cuando estabas a mi lado.
Fui feliz, tu sonrisa me transmitió tu sentimiento.
Y descubrí que amarte ya más no dolía.
Todo este tiempo he estado atando cada uno de mis recuerdos
con hilos de oro y plata para que no se escapen de mi mente.
Son recuerdos en los que solo están tus ojos y tu esencia,
mi verdad y tus mentiras, tu candor y mi tibieza.
En los que los días, y las noches bailan presumiendo tu presencia.
Recuerdos en los que las horas se jactan de que sigues ahí, pero no estás conmigo.
En los que se burlan de tenerte para ellos y arrebatarte de mí.
¿Cómo luchar contra mi misma?
¿Cómo moverme de esta isla que lleva tu nombre y tu sabor?
Si he naufragado en el mar de la añoranza y observarte se ha vuelto mi adicción.
Me llenas, me revitalizas, me inflamas.
Eventualmente también me vacías, me dejas sola, sin energía.
Y diariamente sufro tu síndrome de abstinencia, de ti, de tus palabras,
de tu voz, y tus ensueños, de tus caricias y tus silencios,
que me hablaban mucho más que tus sonidos.
Ya no dueles, pero me cansas. Y justo cuando la aurora me sorprende
con un brillante optimismo, me acuerdo que aun te amo y te busco
entre mis miedos, y mis letras, entre mis sueños y mi dolor.
Y parece que supieras que te observo desde lejos y disfrutaras
al cerrar esa ventana que nos separa, que marca la línea que divide tu realidad de la mía.
Y que se ha vuelto la frontera infranqueable, que a diario intento cruzar,
un poco con desgano y un mucho con temor.
Pero entonces descubro que te tengo, dentro de mí, por siempre.
Y te seguiré observando desde lejos, Amándote, en la cautela y en el silencio.
En lontananza y desde la trinchera.
Donde solo Dios es quien escucha mis plegarias en las que diariamente
Pido porque seas feliz.
No me miraste y sonreías como cuando estabas a mi lado.
Fui feliz, tu sonrisa me transmitió tu sentimiento.
Y descubrí que amarte ya más no dolía.
Todo este tiempo he estado atando cada uno de mis recuerdos
con hilos de oro y plata para que no se escapen de mi mente.
Son recuerdos en los que solo están tus ojos y tu esencia,
mi verdad y tus mentiras, tu candor y mi tibieza.
En los que los días, y las noches bailan presumiendo tu presencia.
Recuerdos en los que las horas se jactan de que sigues ahí, pero no estás conmigo.
En los que se burlan de tenerte para ellos y arrebatarte de mí.
¿Cómo luchar contra mi misma?
¿Cómo moverme de esta isla que lleva tu nombre y tu sabor?
Si he naufragado en el mar de la añoranza y observarte se ha vuelto mi adicción.
Me llenas, me revitalizas, me inflamas.
Eventualmente también me vacías, me dejas sola, sin energía.
Y diariamente sufro tu síndrome de abstinencia, de ti, de tus palabras,
de tu voz, y tus ensueños, de tus caricias y tus silencios,
que me hablaban mucho más que tus sonidos.
Ya no dueles, pero me cansas. Y justo cuando la aurora me sorprende
con un brillante optimismo, me acuerdo que aun te amo y te busco
entre mis miedos, y mis letras, entre mis sueños y mi dolor.
Y parece que supieras que te observo desde lejos y disfrutaras
al cerrar esa ventana que nos separa, que marca la línea que divide tu realidad de la mía.
Y que se ha vuelto la frontera infranqueable, que a diario intento cruzar,
un poco con desgano y un mucho con temor.
Pero entonces descubro que te tengo, dentro de mí, por siempre.
Y te seguiré observando desde lejos, Amándote, en la cautela y en el silencio.
En lontananza y desde la trinchera.
Donde solo Dios es quien escucha mis plegarias en las que diariamente
Pido porque seas feliz.
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