Nada Nuevo
¡Hola de nuevo!, Aquí estamos, regresando al origen, y tratando de no olvidar quienes somos.
A veces la vida nos lleva por caminos diferentes y nos desviamos de lo que alguna vez deseamos.
He encontrado mis viejos textos y al leerlos vuelvo a sentir lo que me inspiró.
Entonces, hoy me hago una promesa... mi promesa es no olvidarme de sentir, no olvidarme de lo aprendido, y regresar siempre a la tinta y al papel.
De mis viejos textos, hoy comparto "Enseñanzas" y en efecto, si llegas al final de mis líneas, te adelanto... si nos volvimos a encontrar. :)
A veces la vida nos lleva por caminos diferentes y nos desviamos de lo que alguna vez deseamos.
He encontrado mis viejos textos y al leerlos vuelvo a sentir lo que me inspiró.
Entonces, hoy me hago una promesa... mi promesa es no olvidarme de sentir, no olvidarme de lo aprendido, y regresar siempre a la tinta y al papel.
De mis viejos textos, hoy comparto "Enseñanzas" y en efecto, si llegas al final de mis líneas, te adelanto... si nos volvimos a encontrar. :)
Tus palabras fueron estrellitas en mi cielo,
mi universo fue tu boca.
Y subías cada escalón de mis altares con
tus besos.
Caminabas contra corriente, no tenías miedo
de ser tú.
Te escondías en tu apariencia,
y te volviste ese espacio en el que sólo me
pude encontrar.
Aún hay días en que siento que te
encontraré en ese bar,
en el café, leyendo un libro o bebiendo
vino.
O que te veré a lo lejos comprando fruta,
aspirando un humo extraño, platicando con mil dioses,
inhalando y exhalando sólo amor y algunas
mentiras.
Con tus cabellos rebeldes, con tu piel
salada y sensitiva.
Con
tu fluir en la vida,
con tu volar por el viento como las plumas
de un ave.
Y sé que estas volviendo,
porque el otoño que aún no llega me lo
grita,
y aunque estas lejos te vislumbro.
Y tu imagen me da miedo, porque sabes lo
que siento.
Y sé que aunque llegases, solamente
pasarás.
Porque así me lo enseñaste,
solamente hay que seguir, pero jamás regresar,
aún y cuando en tus abrazos prometieras el
reencuentro.
Porque llegarás y pasarás de largo,
y tan sólo te observaré con tus miedos,
tus verdades a medias,
y tu encanto, que al final, igualmente me
seduce.
Aprendí muchas cosas de tu boca,
de tus ojos y tu piel.
Aprendí de ti, mucho, sobre nuestro corazón
y su relación con la cabeza.
Decías que tu hogar estaba
donde estaban tu cabeza y corazón,
pero
también decías que habrías de escoger
con tu cabeza lo que había en tu corazón
(eso
no lo aprendí muy bien
y aún no logro descifrar cómo se lleva a
cabo).
También aprendí que a veces
los amigos se quieren con el cuerpo
y
que, para llegar a tu cama,
solo había que platicar con la cabeza
y
con el alma.
Aprendí que los hombres también se aman
pero tienen miedo de decirlo.
Me enseñaste que mi seguridad terminaba
donde empezaban tus besos.
Y me
enseñaste que el amor era algo
que
nunca nos iba a unir.
Porque era mejor amarnos en libertad.
Porque el amor libera y no aprisiona.
Me enseñaste a dejar el miedo guardado en
la bolsa
y a
hablar sin rodeos.
Aprendí también que a veces
la carrocería de un coche no dice nada
sobre su motor.
Aprendí a saborear en tu boca,
lo
literalmente “prohibido”.
Aprendí a disfrutar el sabor del metal con
tu piel.
Y a
dejarnos querer cuando el amor no nos lastima.
Aprendí que los cuerpos a veces son lo de
menos,
porque
el amor también se hace con las mentes y con las almas.
Me enseñaste muchas cosas que a veces quisiera olvidar
porque son ahora tan elementales para
concebir mi vida.
Así como es elemental abrazar tu recuerdo
y desear que algún día el destino,
el viento, la vida, nuestras voluntades y la
de Dios
permitan que te vuelva a encontrar.
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