DIAS COMO HOY




Hay días como hoy. Hermosamente nublados.
El cielo gris es un claro reflejo de mi alma,
en el día en que el sol de su sonrisa se despidió
en el ocaso de un mes muy soleado.
Hay días como hoy, en los que algo de su vida
me sorprende, y en vez de alegrarme, me entristece.
Porque no soy yo quien comparte esos momentos.
en los que, bueno o malo, todo es mejor compartido.


Estoy cansada de extrañarlo, de llorar a escondidas
y fingir que una película de amor me ha emocionado.
Cansada de evitar el vino tinto, porque recuerdo
el sabor de su lengua y su cuerpo.
Cansada de evitar que las emociones se muestren
en las letras que le dejo leer de vez en cuando
en un esporádico encuentro cibernético.
Cansada de reír cuando solo quiero reclamarle.
Cansada de sentir que me avergüenzo de lo que siento por él.
Y por lo mismo no poder apasionarme
en la continua despedida que desde hace ya muchos días
sigo dándole cada mañana y cada noche que mis pensamientos
despiertan y duermen con él.
Cansada de reírme de él con mis amigos
y por dentro llorar por la felicidad que ya no encuentra.
Cansada de decir que es cuento viejo y ya es historia.
Y de repetir nuestra historia en mi mente todo el tiempo.
Disfrutando del pasado que poco a poco se borra
sin dejar un dulce sabor en mi memoria.

Hay días como hoy, días que se ven frescos y tranquilos
pero que se sienten tan calientes y sin vida.
Monótonos, decadentes, perdidos en el limbo.
tan reales, tan largos, tan en contraste a los que viví con él.
El sol quemando y los dos tan frescos,
los minutos fluyendo y sus movimientos lentos.
Los besos tan largos y el instante tan corto.

Hay días como hoy, sin emoción, sin gloria.
en los que la trova me acompaña a recordarlo.
En los que la ansiedad se apodera de mis pasos
y, en los que una calle me recuerda que el amor
no se limita a definiciones, a estadísticas, a parejas,
a prejuicios, a sexos, a títulos, o a cuerpos.
Simplemente es amor. Amor que se vive,
que se siente, que se sufre.


Hay días como hoy, en los que hasta me aterra decir su nombre
por miedo de volver a amarlo con cada letra, con cada segundo.
En los que daría todo lo que tengo por recostarme en su vientre,
en los que renunciaría a la música por escuchar su corazón.
Hay días como hoy, en los que quiero volar hasta su lecho,
en los que quiero leer su mente y jugar con ella.
En los que quiero regresar el tiempo y hacer todo diferente.
Hay días como hoy, en los que me permito recordarle, francamente.
Y en los que, por breves momentos, puedo aceptar
que nunca amé a nadie tan intensamente
como en los pocos días que lo amé.

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